Este post tiene poco más de un mes escrito. Lo he hecho
público ahora, aunque “ahora” haya sido escrito hace no más de un mes. Decido
hacerlo público “ahora”, y no ahora, por mis neuróticas promesas o las
enrevesadas supersticiones que me invento. Se supone que recién he estrenado mi
ópera prima, Don Armando, el
documental sobre Armando Scannone. Y en mi cabeza, para seguir adelante,
cualquiera sea la empresa, debo dejar una huella que me recuerde todos los días
que tengo tarea pendiente, y este post es esa seña.
Pocas ideas adquieren claridad cuando recién nacen. Esta idea nació entre amigos una tarde, aperitivos mediante, lentes de sol, hambre y una mesa. Es sabido también que en esos contextos tan informales las cuestiones que se discuten tienden a olvidarse al cabo de dos días. Para desnutrir más la posibilidad de que la idea creciese, tuvimos la charla en diciembre. Diciembre, 2010. Y no, la idea opuso cualquier resistencia contra el olvido.
Thelma Ritter es la segunda cosa más clara que tengo (la
primera es la protagonista, pero todavía no lo quiero decir). Thelma apareció
en mi vida la tarde lluviosa de un sábado, hace seis años, en mi cuarto de casa
de mis padres. Empezó a llover justo cuando llegaba al edificio cargando con la bolsa de películas que acababa de alquilar: Un tranvía llamado deseo, All About Eve y Todo sobre mi madre. La
única que había visto era la de Almodóvar, pero sabía que las dos anteriores
tenían que ver con la española. Vi uno de los homenajes más preciosos que ha hecho Pedro Almodóvar
al cine, y también descubrí a Thelma Ritter, maravillosa actriz de reparto norteamericana, que interpreta a la asistente/ama de llaves de Margo Channing, el personaje de
Bette Davis en All About Eve.
Mucho más tarde, viendo The Rear Window, volví a conseguirme
con la señora Ritter. Esta vez como la enfermera del fotógrafo enyesado. Para
entonces, ya teníamos la idea, y Thelma me ayudó a concretar una certeza. La
Conserje tiene algo de Ritter.
